La igualdad de género, más que una aspiración de justicia, es una necesidad. Para que la humanidad entregue lo mejor de su potencial como especie, las niñas y las mujeres tienen que desarrollarse, aportar y merecer en plenitud. En la extensión del curso de la vida, son ellas -en su valor y esencia de personas con capacidades totales- un motor imprescindible para la sociedad. Garantizar su realización en cada ámbito de la vida es la única forma de asegurar el desarrollo sostenible.
La falta de financiamiento es uno de los principales obstáculos para alcanzar en 2030 la meta de la igualdad de género. Es inadmisible la reiterada excusa de la escasez cuando de vulneración de derechos se trata. Respetar la dignidad de niñas y mujeres en el alcance máximo de sus sueños y virtudes, y asignar los recursos suficientes para ello, es una cuestión de decisión política en todos los espacios donde se definen las reglas de los ejercicios de poder.