La igualdad de género, más que una aspiración de justicia, es una necesidad. Para que la humanidad entregue lo mejor de su potencial como especie, las niñas y las mujeres tienen que desarrollarse, aportar y merecer en plenitud. En la extensión del curso de la vida, son ellas -en su valor y esencia de personas con capacidades totales- un motor imprescindible para la sociedad.