Ser persona, pertenecer a la humanidad, existir sobre la Tierra y entregar lo máximo de nuestra capacidad, son atributos universales que dotan de sentido la vida. No es lógico ni natural entonces que a alguien se le niegue la dignidad, la plenitud, el bienestar, en igualdad con los demás. Donde quiera que esos derechos se condicionan o se limitan, hay una hechura social que establece y ampara normas de exclusión sobre determinados colectivos, y eso no está bien, no es justo.
Las niñas y las mujeres merecen ejercer todos los derechos humanos que se han reconocido como tales a lo largo del progreso de las sociedades. Es inaceptable que muchas de ellas sean relegadas, sometidas, menospreciadas. Por ello, todos los actores políticos y técnicos, decisores, instituciones, comunidades, familias e individuos, tenemos la responsabilidad de luchar por la inclusión y la transversalidad en cada actuación. Que nunca se nos olviden ellas; que su poder se exprese. Nada de lo que hagamos permita que una niña o una mujer se quede atrás.
Dra. María del Carmen Calle Dávila
Secretaria Ejecutiva
ORAS-CONHU