A más de dos años de la COVID-19 y en un contexto de múltiples crisis y reemergencias de enfermedades, nos asalta constantemente la pregunta: ¿cómo materializar la salud como derecho humano y del planeta, y que una próxima epidemia nos encuentre unidos y preparados? Puede tomarnos varios años construir una normalidad diferente, pero no tenemos dudas de que hay que hacerlo.
Ante una emergencia sanitaria mundial, la región Andina debe ser un espacio de integración, de equidad (esa es tal vez nuestra mayor batalla), democracia, paz, desarrollo sostenible, cuidado de la vida en la naturaleza, distribución justa de la riqueza que todos producimos, de bienestar y protección social universal. Así es como queremos que nos encuentre cualquier adversidad: con sociedades organizadas con sentido solidario, capaces de responder con soberanía a lo que la población necesita. Todas estas condiciones no se construyen desde el sector salud solamente; se trata de un nuevo pacto social con amplio debate democrático para transformar las sociedades que tenemos, con osadía, atrevimiento, creatividad, e incorporación de nuestros propios saberes.