Los pueblos originarios, que con orgullo y privilegio conservamos en nuestros países andinos, han sido por siglos los guardianes del agua, del aire, la vegetación, las especies todas, el territorio… Hay en ellos una sabiduría milenaria que es esencia en su cultura de interconexión con la naturaleza y de comprensión de la totalidad compleja del universo.  

La medicina tradicional tiene un acervo que hace parte de ese conocimiento y de ese sentir para sanar la vida. Las instituciones y organismos que conducimos las políticas de salud tenemos la responsabilidad de establecer los puentes necesarios para la convergencia entre los saberes ancestrales y la ciencia hegemónica actual. En ese diálogo respetuoso, la humanidad hallará el equilibrio, la armonía y el bienestar en la Tierra, dimensiones imprescindibles para la salud.
 

.